Los cambios en el chasis que Škoda ha introducido en el Octavia 2017 han consistido en aumentar la anchura de la vía trasera, que es 20 o 30 mm mayor en función de la versión, reajustar la suspensión y mejorar ligeramente la insonorización en los pasos de rueda traseros. Estos cambios no son evidentes y, para notarlos con claridad, habría que conducir detenidamente un Octavia de 2013 y otro de 2017.
La sensación que deja el Škoda Octavia es que resulta apropiado para todo uso, si bien no es el mejor en todo tipo de vías. Por ejemplo, no es tan silencioso ni da la sensación de imperturbabilidad a alta velocidad de un Ford Mondeo (y, en menor medida, de un Mazda6 y de un Opel Insignia), pero las diferencias tampoco son evidentes para una persona que no esté muy acostumbrado a probar coches distintos. Frente a estos, el Škoda es mucho más cómodo de utilizar en la ciudad (y especialmente a la hora de aparcar) porque abulta menos y maniobra mejor. Su equilibrio lo hace muy recomendable.
La versión que hemos probado en profundidad ha sido la de gasolina de 116 caballos en combinación con el cambio de marchas automático DSG de 7 relaciones y las ruedas de mayor tamaño posible (de 18 pulgadas, con neumáticos 225/40 R18 92Y). Su carrocería es de cinco puertas (Berlina).
Yo no lo elegiría con las ruedas de 18 pulgadas sin antes probarlo. Nuestra unidad (que tenía suspensión de dureza fija) transmitía con cierta sequedad a los ocupantes algunas de las irregularidades que habitualmente hay en la ciudad, como bandas de plástico de limitación de velocidad y otras imperfecciones. Es posible que con unas ruedas más pequeñas (las de 16 o 17 pulgadas, que implican neumáticos con mayor perfil) el confort sea mejor en esas circunstancias. Esa ligera molestia a baja velocidad no se aprecia a las velocidades habituales fuera de la ciudad, donde el confort que proporciona la suspensión no admite tacha.
El motor de gasolina de 1,0 litros tiene una respuesta buena al acelerador a casi cualquier régimen y sube de vueltas con gran facilidad. Al ralentí o a velocidad sostenida (incluso aunque sea elevada), resulta muy suave pues no vibra de forma perceptible y suena poco. El panorama es distinto cuando se acelera con intensidad, pues produce un ruido similar al de otros motores de tres cilindros: es más grave que el de uno de cuatro, pero a mi juicio no es incómodo en absoluto.
El Škoda Octavia 1,0 TSI da unas prestaciones buenas para su potencia; normalmente no hace falta más salvo que se viaje muy cargado o al conductor le guste llevar un coche que siempre responda con contundencia. Nuestros datos confirman que las prestaciones de este motor son suficientes, pues hemos medido un tiempo mínimo de 7,7 segundos para pasar de 80 a 120 km/h. Este valor no queda muy alejado del que hemos obtenido con un Opel Insignia Grand Sport 1.5 Turbo de 150 CV (7,0 segundos) o con un Mazda6 SKYACTIV-G 2.0 145 CV (6,8 segundos). Con un Mazda3 5p SKYACTIV-G 2.0 120 CV 2017 obtuvimos un valor muy parecido (7,5 segundos). Este motor de gasolina de 116 caballos cunde en el Octavia por varias razones, una de ellas es que no tiene que mover una carrocería muy pesada (el Octavia con motor de gasolina de 116 CV y cambio de marchas manual pesa 1225 kg, 55 menos que el Mazda3 de gasolina de 120 CV que mide 20 centímetros menos, ficha comparativa).
La unidad que hemos probado iba asociado al cambio de marchas automático de 7 relaciones cuyo funcionamiento es muy bueno en términos generales. Hay algún momento puntual en el que le falta un poco de suavidad de funcionamiento, por ejemplo, al comenzar la marcha sobre una rampa pronunciada (especialmente si el conductor pisa el acelerador con rapidez). Pero no creo que sea un problema puesto que no siempre se producen tirones, y con la práctica, el conductor aprende a acelerar con todo el cuidado requerido para que el cambio gestione mejor ese momento inicial. Hay un programa de funcionamiento deportivo para quien el normal le parezca lento (que no es lo normal) y que también sirve para conseguir más retención en las bajadas pronunciadas. Además, se pueden elegir marchas desde las levas que hay detrás del volante.
El consumo es bajo si se conduce con suavidad (que no de forma lenta) y siempre y cuando no haya grandes atascos o complicaciones de tráfico. El consumo entre depósitos ha estado sobre los 7,2 l/100 km haciendo una utilización variada. En nuestro recorrido habitual por autovía (que se hace sobre un recorrido de 143,3 km/h por una autovía con fuertes pendientes) el gasto ha sido 6,4l/100 km, que está bien.
No tengo datos de lo que hubiera gastado el Skoda Octavia Diesel de 116 en el mismo recorrido. En todo caso, creo que la mayor diferencia de consumo entre el Diesel y el gasolina de idéntica potencia se da en la ciudad o cuando se busca con frecuencia grandes aceleraciones. Esto no lo puedo contrastar con datos fiables.
Para viajar por vías rápidas, yo elegiría sin duda el de gasolina, pues es mucho más silencioso. Al Diesel parece que le falta una marcha más larga de desahogo, especialmente si tiene el cambio manual, que es de cinco marchas (con el automático de siete el inconveniente es menor, pues va más largo de desarrollo).
Škoda Octavia 1.4 TSI 110 CV GNC
También he tenido oportunidad de probar, brevemente, el Octavia que puede funcionar con gas natural y gasolina. A continuación, están las impresiones que escribí en su momento:
He conducido el Škoda Octavia con el motor Diesel de 116 CV y el que puede funcionar con gasolina y gas natural, de 110 CV. El recorrido ha sido idéntico y he practicado un estilo de conducción similar con todos (no buscaba gastar lo mínimo posible, sino circular con agilidad al ritmo del resto del tráfico). Era un recorrido casi llano de 30 kilómetros por carreteras de segundo orden con paso por varias poblaciones (aproximadamente un 65 por ciento del total) y autopista (el 35% restante). El 1,6 Diesel gastó 5,8 l/100 km y el 1.4 TSI G-TEC —que siempre funcionó con gas— 4,5 kg/100 km.
Esos 4,5 kg/100 km de consumo a un precio medio de 0,93 €/kg (el precio de este combustible puede variar mucho de una a otra estación de servicio o zona; el precio medio tomado como referencia está extraído de la aplicación Škoda GNC), resulta en un coste de 4,2 euros por cada 100 kilómetros.
El motor 1,4 de gas y gasolina es muy satisfactorio para practicar una conducción tranquila, tanto por ciudad como por carretera, pues su nivel de ruido y vibraciones es particularmente bajo. No hay nada que delate que funciona con gas, salvo en el momento del repostaje.
Este motor tiene que mover una carrocería mucho más pesada que la del 1,0 o el 1,6 TDI (el peso total es 1395 kg, frente a 1225 kg del gasolina y 1305 del Diesel). Por eso, no me parece la mejor opción para quien valore las prestaciones puras. Donde menos luce este motor 1.4 TSI G-TEC es a alto régimen, pues su respuesta es poco intensa a partir de unas 5000 rpm. Eso sí, esta característica pasará desapercibida a quien haga una conducción tranquila.
El Octavia 1.4 TSI G-TEC consta de dos botellas de gas natural comprimido, de 7,5 kg cada una, de 97 litros de volumen en total. Ocupan el espacio destinado a la rueda de repuesto (en su lugar hay un kit de reparación de pinchazos) más una parte del volumen del maletero, siendo la capacidad total del mismo 460 litros en el caso del Octavia con carrocería berlina (frente a 590 del resto de los Octavia) y de 480 litros con carrocería familiar (frente a 610 del resto de Octavia Combi).
En la instrumentación hay un indicador específico donde aparece el nivel de carga de gas. Cuando se acaba, automáticamente el motor comienza a consumir gasolina (el volumen del depósito es el mismo que el de los otros Octavia: 50 litros). El consumo oficial de gas que declara Škoda para el Octavia 1.4 TSI G-TEC es 3,8 kg/100 km, lo que da una autonomía de casi 400 km. Con el consumo que obtuvimos en el recorrido, 4,5 kg/100 km, la autonomía sería de unos 330 km.
Según Gasnam, actualmente hay 27 estaciones de gas natural comprimido en España. Škoda ha desarrollado una aplicación (Škoda GNC) que permite consultar las estaciones de GNC más próximas, así como el precio al que se cobra el kilo de gas.