MINI 3 puertas (2014) | Impresiones de conducción

20/12/2017 |Pablo David González (@PD_Gonzalez)

Me resulta difícil recomendar el MINI —al menos en su versiones Cooper y Cooper S con la suspensión opcional adaptativa DDC, que son las versiones que he probado— a quién sólo vea en él un producto de diseño atractivo y lo vaya a utilizar sin otra intención que la de desplazarse practicando una conducción normal. Para aquellos que disfruten conduciendo rápido en carreteras de curvas (preferentemente en buen estado) sí me parece muy recomendable.

Esta opinión la doy, principalmente, sobre la base de la dureza y la escasa capacidad de absorción de la suspensión. Es un coche incómodo en ciudad y sobre asfaltos que no estén en perfecto estado, en el que sus ocupantes están en continua agitación por las imperfecciones del pavimento. Esta sensación es más notable con las llantas de 18 pulgadas que con las de 17.

Las dos unidades que he probado tenían la suspensión de dureza variable (DDC) y el sistema MINI Driving Modes. Pues bien, incluso en los modos MID y GREEN, supuestamente los que están orientados a proporcionar mayor confort, la suspensión me sigue pareciendo dura. No sólo me lo ha parecido a mí, sino también a varios miembros de la redacción que lo han probado (no puedo dar ninguna opinión sobre la suspensión de serie porque no la he probado).

La puesta a punto del chasis del MINI cobra sentido en el momento en que el estado de ánimo del conductor es el de circular rápido. Entonces, la suspensión, que antes era dura y molesta, se vuelve grata e impecable en el control de los movimientos de la carrocería. A esto se añade una dirección rápida y precisa, una elevada capacidad de tracción y unos frenos de buen tacto y potencia. El MINI se nota ágil y ligero en los cambios bruscos de apoyo y de reacciones suaves cuando se llega a los límites de adherencia de los neumáticos. El eje delantero agarra magníficamente bien y sigue con gran fidelidad la dirección que se marca con el volante, mientras que el eje trasero es sensible a las acciones que se hacen con los pedales. No hay brusquedades en los movimientos de la carrocería y las ayudas electrónicas intervienen con sutileza. Todo esto ayuda a tomar las curvas con gran rapidez y sensación de seguridad. El MINI es, en definitiva, un coche preparado para satisfacer las demandas de las personas que gusten de la conducción deportiva.

A todo lo dicho en el párrafo anterior, el Cooper S añade un motor turboalimentado de gasolina de 192 CV de potencia máxima. Tiene cuatro cilindros y su funcionamiento al ralentí y a baja velocidad lo calificaría de genérico por sonido y vibraciones. No produce un sonido particularmente bonito, ni es de esos motores en los que, detenido en un semáforo, uno duda de si está o no encendido. Es agradable en ambientes urbanos porque no obliga a estar pendiente del cambio para tener una buena respuesta y con el que se puede circular a baja velocidad con marchas largas manteniendo una reserva de aceleración razonable.

Cuando se pisa a fondo el acelerador, el motor responde con contundencia, especialmente a medio y alto régimen (el corte de inyección se sitúa a 6500 rpm aproximadamente). Las tres primeras marchas se suceden con rapidez y el sonido del motor se vuelve más ronco. Parece un motor diferente al que se tiene cuando se circula con tranquilidad. Parte de este cambio de carácter se consigue manejando el mando MINI Driving Modes. Hay una diferencia importante entre los modos más extremos (SPORT y GREEN). En el modo SPORT el motor se vuelve más sensible a los movimientos sobre el pedal del acelerador y la dirección más dura. Asimismo, el sistema de escape emite un sonido parecido al de pequeñas explosiones cuando, estando el motor girando a muchas revoluciones, se levanta el pie del acelerador.

No hemos podido tomar tiempos de aceleración, frenada y consumo del Cooper S (sí del MINI Cooper, del que hablamos en los siguientes párrafos). De acuerdo con MINI, el Cooper S puede acelerar de 0 a 100 km/h en 6,8 segundos con el cambio manual y en 6,7 s con el automático. Un Renault Clio RS 200 EDC (sólo se comercializa con cambio automático) y un Ford Fiesta ST necesitan 6,7 y 6,9 segundos respectivamente (ficha comparativa).

El motor turboalimentado de gasolina del MINI Cooper tiene tres cilindros y da 136 CV. Su sonido al ralentí es claramente diferente del de uno de cuatro cilindros. A mí me suena menos refinado, más bronco y como si borbotease débilmente. Es un sonido que se mezcla con el del tubo de escape, que parece estar diseñado para ser un poco más ruidoso de lo normal y asemejarse a uno de tipo deportivo. El borboteo que comento se escucha también cuando se circula a baja velocidad, pero no me parece molesto. Tampoco me lo parece el rumor del motor a media y alta velocidad. Las vibraciones son siempre muy pequeñas. 

Es un motor satisfactorio por la contundencia de su respuesta a bajo, medio y alto régimen. Sin duda, lo recomendaría a quien crea que no necesita uno tan potente como el del Cooper S, pero que quiera un coche que responda con viveza al acelerador. Con la unidad del Cooper que hemos tenido en la redacción de km77.com hemos cronometrado 5,9 segundos en la prueba de aceleración entre 80 y 120 km/h. Es un buen resultado, sólo cuatro décimas de segundo más lento que un Citroën DS3 Cabrio THP (155 CV) y un Volkswagen Polo BlueGT (140 CV) y una décima más rápido que un Abarth 500 (135 CV) y un SEAT Ibiza 1.4 TSI DSG (150 CV). Tabla comparativa de prestaciones

Además de acelerar bien, el motor del MINI Cooper consume poco carburante. En nuestra habitual prueba de consumo (más información) gastó 6,6 l/100 km, lo que le convierte en modelo más eficiente de entre todos los que hemos probado en km77.com de similar tamaño y potencia. Así, por ejemplo, el Volkswagen Polo BlueGT, que tiene un sistema de desconexión automática de cilindros, necesitó en la misma prueba 7,0 l/100 km, mientras que un Audi A1 1.2 TFSI de 122 CV con cambio S Tronic consumió 6,8 l/100 km. 

El dato homologado de consumo medio para el MINI Cooper es 4,5 l/100 km. En ningún momento he alcanzado esta cifra (tampoco me lo he propuesto). Durante la semana de prueba, en la que he practicado una conducción normal, circulando a partes más o menos iguales en ciudad y fuera de ella, he gastado alrededor de 6,5 l/100 km. 

Los frenos del MINI Cooper no dan una deceleración extraordinaria (de 120 a 0 km/h en 52,4 metros; tabla comparativa de frenadas), pero aguantan muy bien el trato exigente. No me atrevo a decir si hay diferencias notables con los del Cooper S porque los conduje en situaciones diferentes y con más de dos meses de diferencia temporal. En todo caso, me parece un buen sistema de frenos. 

La caja de cambios manual tiene un funcionamiento correcto por tacto, precisión y longitud de los recorridos. En general, es difícil errar en la inserción de una marcha cuando se conduce con rapidez, aunque puede ocurrir en el paso de segunda a tercera. No creo que sea un impedimento para disfrutar de una conducción ágil en carreteras de curvas, pero actualmente hay a la venta vehículos con un enfoque mucho menos deportivo que tienen un cambio mejor (por ejemplo, el Honda Civic).

Los MINI con cambio manual tienen un sistema que adapta automáticamente las revoluciones del motor y del eje de salida de la caja de cambios cuando se reduce una marcha. Funciona con corrección cuando la palanca se maneja a velocidad normal, haciendo que las reducciones sean suaves y no den tirones. Es muy agradable. Si la palanca se mueve rápidamente, como se hace por ejemplo en una conducción de carácter deportivo, al sistema no le da tiempo a alcanzar las revoluciones de la marcha que se está insertando y su efecto de suavización es mucho menos notorio. 

También he conducido brevemente un MINI Cooper con la caja de cambios automática de seis velocidades. Cambia de una marcha a otra con suavidad y rapidez, aunque es más lenta que la mayoría de los cambios automáticos de doble embrague. Además del programa de funcionamiento normal, tiene otro deportivo que hace los cambios a mayor número de revoluciones y otro para manejarlo manualmente mediante toques en la palanca para subir o bajar de marcha. 

El MINI es un coche cuyas reducidas dimensiones permiten un fácil manejo por las áreas urbanas, calles estrechas y garajes. La visibilidad desde el habitáculo hacia el exterior es suficientemente buena para intuir acertadamente los extremos de la carrocería y, aunque los sensores de proximidad y la cámara de visión trasera siempre son bienvenidos en las maniobras de aparcamiento, creo que en este caso son perfectamente prescindibles. En mi opinión, la dirección tiene el grado de asistencia correcto. 

Las dimensiones de la carrocería también hacen que el MINI necesite poco espacio para hacer un giro de 180º. Sin embargo, no es de los mejores en este aspecto. El diámetro de giro entre paredes es 10,8 metros, más espacio del que necesita un Citroën C3 (10,5 m) y un Mazda2 (10,4 m).

El MINI puede llevar faros de ledes para las funciones de corto y largo alcance. La luz que dan tiene un tono azulado, más parecido al de los faros de xenón que al de otros faros de ledes que he probado previamente, que era más blanco. El alumbrado de corto alcance me parece correcto por potencia lumínica y amplitud del foco. El alumbrado de largo alcance me pareció comparativamente peor que el de corto alcance. El área iluminada era más profunda, pero no había una ganancia sustancial. En cualquier caso, este es un apartado que debo probar con mayor detenimiento para dar un veredicto mejor fundamentado.