Fiat 500 (2021) | Impresiones del interior
La postura de conducción del Fiat 500 2021 ha mejorado mucho con respecto a la del modelo anterior, aunque algunas personas quizás sigan echando en falta el ajuste en altura de los cinturones de seguridad (a mi, que mido 183 cm de altura, no me ha supuesto un problema). Ahora se va más cómodo, por la posición del asiento y de los pedales, y porque el volante se puede regular también en profundidad. Además, aunque las diferencias no son abultadas, también tiene un habitáculo más amplio en las dos filas de asientos (tabla comparativa de mediciones del interior).
En las plazas delanteras hay cuatro centímetros más de anchura a la altura de los hombros, y aunque sigue siendo una cota en la que no sobresale frente a otros modelos de tamaño similar, permite que los ocupantes viajen más separados entre sí. La altura libre hasta el techo es muy parecida (hay un centímetro de diferencia) y suficiente para que se puedan acomodar sin problemas personas de poco más de 190 cm de altura, aproximadamente.
Las plazas posteriores también tienen una pequeña mejora en todas sus cotas, aunque siguen siendo muy poco adecuadas para llevar a dos adultos con un mínimo de confort (e incluso a algunos niños, si son más bien grandes) y además tienen un acceso pequeño e irregular que obliga a doblar mucho el cuerpo. La anchura a la altura de los hombros es muy escasa, inferior a la de sus alternativas (hay 121 cm), si bien en este caso no supone un problema demasiado importante porque el coche está homologado para cuatro personas.
La puerta adicional del 500 3+1 está en el lateral derecho del vehículo. Una vez abierta deja un vano de acceso mucho más despejado que en la versión con carrocería berlina (la convencional), dado que no hay pilar central. La puerta solo se puede abrir cuando la delantera ya lo está y, para que pueda salir su ocupante, el pasajero delantero debe quitarse el cinturón, dado que sale de la propia puerta. Según Fiat, esta configuración supone un incremento de peso de 30 kilos con respecto al 500 berlina.
El maletero tiene 185 litros de capacidad, lo mismo que el 500 modelo-año 2016 e inferior al de la mayoría de sus alternativas (listado de turismos de hasta 3,8 metros de longitud, ordenados por volumen de maletero). Además, hay que tener en cuenta que Fiat no ha diseñado un lugar específico para guardar el cable de carga opcional «Mennekes-Mennekes» (sí para el Shucko-Mennekes que viene de serie, bajo el piso), por lo que el volumen útil del espacio de carga se ve sustancialmente reducido tras su colocación (imagen del cable dentro de su correspondiente bolsa).
El aspecto del habitáculo es sencillo, pero no da la sensación de simpleza del anterior. Tiene más equipamiento y más lugares, y sobre todo mejor diseñados, donde dejar cosas. También tiene detalles poco habituales, como que no hay tiradores mecánicos para abrir las puertas: en el hueco de la manilla exterior hay dos botones, uno que abre la puerta y otro que activa el cierre; en el panel interior hay también un botón que abre la puerta, aunque existe un tirador mecánico de emergencia en la parte inferior.
El 500 con el nivel de equipamiento básico, llamado Icon, no tiene un sistema multimedia con pantalla, sino un soporte para utilizar el móvil como gestor del equipo de sonido del coche. Si se opta por el acabado Passion, sí que tiene una pantalla de 7” para el sistema multimedia y además conectividad mediante Apple CarPlay (sin cable) y Android Auto. El nivel con el equipamiento más abundante es el Icon y en el, Fiat incluye una pantalla de 10,25” para el sistema multimedia.
Este último es el único que hemos probado hasta la fecha y en líneas generales nos ha parecido que hace bien su trabajo. Es rápido alternando funciones y además tiene una pantalla con buena resolución que se ve muy bien con independencia de la luz que incida sobre ella. Los menús, en cambio, son un poco confusos y requieren de un periodo de adaptación para encontrar las numerosas funciones que aglutinan. También es claramente mejorable la cantidad de información que muestra sobre el sistema de impulsión eléctrico y sobre todo, los detalles de recarga (únicamente aparece el porcentaje de carga de la batería y una estimación sobre el tiempo necesario para completar la recarga).
Bajo la pantalla del sistema multimedia hay una serie de botones físicos que dan acceso a las principales funciones del climatizador y un hueco de generosas dimensiones donde se halla una toma USB y el cargador inalámbrico (si lo tiene). Justo por debajo están los botones del selector de cambio. Entre los dos asientos delanteros hay otro hueco portaobjetos cubierto por una persianilla retráctil, los mandos del sistema de sonido y el selector de modos de conducción.
La pantalla del cuadro de instrumentos es de siete pulgadas y forma parte del equipamiento de serie de todas las versiones. Muestra mucha información: dos ordenadores parciales, el navegador (si lo tiene) y el sistema multimedia son algunas de las posibilidades. Los datos relativos a la conducción se muestran de manera clara. Son la velocidad, la autonomía, el porcentaje de carga de la batería, el consumo medio e instantáneo y un gráfico que informa al conductor de la solitud de energía o la cantidad que se regenera.
Sin ser lujosos, tanto los materiales utilizados como los acabados del salpicadero y las puertas evidencian que Fiat ha prestado más atención por el detalle que en el modelo anterior. Además hay varios elementos curiosos que delatan el orgullo que la marca siente por este coche y por el regreso de su producción a una fábrica italiana —el modelo anterior se fabrica en Polonia—: hay un grabado con el perfil de la ciudad de Turín en el cargador inalámbrico y otro grabado con la silueta del Fiat 500 original junto con la frase «Made in Torino» en el asidero de las puertas.
A pesar de ello, hay detalles que siguen sin estar demasiado cuidados, como por ejemplo unos parasoles sin espejo (el del conductor) ni luz (ninguno de los dos) o una iluminación del habitáculo y del maletero extremadamente pobres.