Hemos probado un C3 con el motor Diesel más potente, de 1,6 litros de cilindrada y 99 CV, y el nivel de equipamiento más costoso (versión BlueHDi 100 S&S Exclusive), que tiene llantas opcionales de 17 pulgadas con neumáticos en medidas 205/45 R17 —los neumáticos de serie tienen medidas 185/55 R15—.
El motor tiene mucha suavidad de funcionamiento y, aunque no hace del C3 un coche veloz, tiene potencia suficiente para moverlo con soltura en prácticamente todas las situaciones. Además, es silencioso y da una aceleración progresiva que lo hace especialmente fácil de utilizar en ciudad.
El C3 es una buena opción para circular por ella y sus alrededores porque la visibilidad es buena —hay mucha superficie acristalada— y el puesto de conducción elevado contribuye a una mejor visión del tráfico. Es un coche adecuado para maniobrar en lugares angostos: necesita 10,2 metros para girar entre bordillos, que es algo menos de lo que necesitan un Renault Clio —10,6 metros— o un Peugeot 208 —10,4—, aunque un Seat Ibiza gira más —10,0 metros—.
Hemos obtenido unas prestaciones acordes con su potencia: ha acelerado de 80 a 120 km/h en 8,6 segundos, dos décimas más lento que un Škoda Fabia de 105 CV y cuatro décimas más rápido que un Toyota Yaris de 90 CV. En cambio, como se puede ver en esta tabla comparativa de prestaciones, los valores de recuperación de 80 a 120 km/h en cuarta y quinta velocidad son peores que en sus rivales. Esto tiene una explicación: con el objetivo de ahorrar combustible —conseguido, ya que el consumo es de los más bajos entre sus alternativas— Citroën ha dotado a la caja de cambios de unos desarrollos muy largos —ficha técnica comparativa con el Fabia, en el que ya son largos, y el Yaris—, por lo que si se desea acelerar tan deprisa como en aquellos será necesario hacerlo en una marcha inferior.
Después de conducir el coche por todo tipo de vías, incluso muy cargado en alguna ocasión, el empuje que ha dado en marchas largas y a velocidad alta me parece suficiente para realizar una conducción ágil entre el resto del tráfico. Sí que será necesario recurrir al cambio de marchas con frecuencia en algunas situaciones, como al circular por vías de doble sentido reviradas o con pendientes fuertes, por ejemplo. Tampoco he echado de menos una relación de marchas más corta para circular por ciudad porque a bajas vueltas el motor vibra poco y tiene fuerza suficiente para callejear sin problemas.
El C3 es un coche que invita a ser conducido con calma, especialmente en carreteras con curvas, porque se caracteriza por tener una suspensión blanda que permite a la carrocería realizar movimientos de balanceo y cabeceo amplios. Estos pueden ser muy incómodos para los ocupantes, que se ven especialmente afectados por ir sentados muy elevados. Al pisar una irregularidad en pleno apoyo o frenar intensamente, un conductor que no conoce bien el coche tiene la sensación de que este «flota» sin cierto control por unos instantes, aunque sólo es eso, una sensación a la que se ha de acostumbrar. Digo esto porque los citados movimientos, aunque sean grandes, no afectan a la trayectoria del coche en tales situaciones.
El C3 que hemos probado ha necesitado 57,4 metros para frenar de 120 km/h a 0, que es más distancia de la que necesitan muchas de sus alternativas, aunque el día que hicimos esta prueba el suelo estaba húmedo. La adherencia que proporcionan los neumáticos Michelin Pilot Sport 3 es excelente y permite enlazar curvas más rápido de lo que la torpeza del coche pudiera hacer pensar.
Para comprobar sus reacciones, hemos sometido al C3 a dos pruebas: una maniobra de esquiva conforme a la norma ISO 3888-2 y un eslalon con conos colocados a 22 metros de distancia —más información en este vídeo—. En ambos casos, hemos comprobado que es un coche seguro en el sentido de que el eje trasero siempre siguió la trayectoria del delantero durante las maniobras bruscas de cambio de dirección. Pudimos apreciar que necesita más espacio que, por ejemplo un Peugeot 208 —vídeo—, para terminar de apoyar en una curva o realizar un cambio de apoyo rápido, aunque fue capaz de completar la maniobra a una velocidad mayor (75 km/h), algo en lo que quizás influyeran los neumáticos. Cuando la velocidad de entrada a la maniobra de esquiva fue excesiva, el control de estabilidad intervino frenando bruscamente la rueda delantera exterior y la respuesta del coche fue un subviraje acusado. Cuando la velocidad no fue tan elevada, el ajuste del control de estabilidad permitió al C3 realizar las maniobras de manera más fluida que en el 208 porque frenó al coche con menos brusquedad. Las reacciones del C3 son muy predecibles y el coche tiene una capacidad alta de seguir fielmente la trayectoria que se le marca con el volante.
Contrariamente a lo que se pueda suponer, la blanda suspensión no da un confort de marcha elevado porque no consigue aislar a los ocupantes satisfactoriamente de las irregularidades del asfalto: transmite golpes secos al habitáculo cuando las ruedas pasan por encima de baches cortos como juntas de dilatación o «guardias tumbados». Con unas llantas más pequeñas que utilicen unos neumáticos con un perfil más grande, es probable que la comodidad sea mayor y que apenas se vean perjudicadas las cualidades dinámicas del coche —al menos eso es lo que ocurría cuando probamos el modelo C3 2010—.
La dirección es lenta y transmite muy poca información al conductor de lo que sucede entre las ruedas y el asfalto, pero su nivel de asistencia hace que sea lo bastante suave para favorecer las maniobras en ciudad y lo suficientemente firme en carretera rápida para no tener que realizar muchas correcciones de volante.
La palanca de cambios tiene unos recorridos que no son excesivamente largos y las marchas se insertan con una precisión razonable. El sistema de parada y arranque automáticos —Stop & Start—, que no pueden llevar todas las versiones del C3 (listado), tiene un funcionamiento ejemplar: es rápido, apenas se percibe desde el habitáculo y además puede parar el motor antes de que el coche se detenga.
A velocidad de autopista el ruido moderado que llega al interior es causado sobre todo por la resistencia aerodinámica —el motor no se escucha y el ruido causado por la rodadura es contenido—.
El consumo que hemos obtenido ha sido muy bajo. Este motor gasta poco en casi todas las circunstancias y su consumo es poco sensible al estilo de conducción o al ritmo al que se circule. Después de una utilización de una semana por todo tipo de vías —25% ciudad, 35% autopista y 40% carretera secundaria, aproximadamente— y conduciendo a un ritmo ágil pero sin realizar aceleraciones innecesarias y anticipando las acciones todo lo posible al resto del tráfico, ha sido de 5,2 l/100 km. En ciudad es sencillo obtener consumos de en torno a 5,5 l/100 km y en vías extraurbanas y a ritmo constante, de 3,5 l/100 km.
En nuestra prueba de consumo, en la que recorremos 143 km a una media real de 120 km/h por una autopista que atraviesa un puerto de montaña, el C3 BlueHDi 100 necesitó unos 5,25 l/100 km, un valor bueno porque es algo menor que el de sus alternativas. Un Toyota Yaris de 90 CV gastó 5,4 l/100 km, lo mismo que un Škoda Fabia de 105 CV. Un Renault Clio de 90 CV necesitó 5,5 l/100km.