Diez consejos (más o menos) para conducir de noche

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Conducci�n 15-01-2000
  Javier Moltó

La conducción nocturna tiene ventajas e inconvenientes. Hay poco tráfico y en verano permite viajar sin el agobio del calor o del aire acondicionado. Si se consigue conducir relajado, la noche reporta muchas satisfacciones. Los principales problemas son la peor visibilidad y los deslumbramientos. Ambos pueden mitigarse con unas pocas cautelas.

• Limpiar bien el parabrisas por dentro y por fuera. Nunca se aprecia demasiado, pero el parabrisas se ensucia por dentro con mucha facilidad y esta capa de polvo dificulta mucho la visión durante el crepúsculo, con el sol de frente, y en la oscuridad con faros de otros coches. Un cristal bien limpio por dentro y por fuera contribuye a ver mejor y por tanto a conducir con menos tensión y menor cansancio.

• Limpiar también el cristal de los faros. Especialmente en verano, las paradas no deben venir marcadas por la necesidad de repostar combustible, sino por la necesidad de ver bien. Limpiar los faros y el parabrisas con frecuencia alivia el esfuerzo para ver. También de día es imprescindible limpiar el parabrisas a intervalos cortos, cuando se ensucia con insectos.

• Regular bien los faros un par de veces al año. Muchos coches tienen un dispositivo para variar la altura desde el interior, pero no basta. También hay que regular los proyectores lateralmente, para dirigir el haz de luz hacia los lugares adecuados.

• Llenar bien en cada parada el depósito de líquido del limpiaparabrisas. En verano, agua sola suele bastar. Si se le añade algún detergente mejora algo su capacidad de limpieza. En invierno, en algunas zonas, es imprescindible utilizar un producto con propiedades anticongelantes. Los cristales se ensucian normalmente por barrillo o por insectos. El barrillo puede limpiarse en cualquier momento, porque el agua se lo lleva. En cambio, cuando chocan insectos en el campo de visión, es mejor accionar el limpiaparabrisas inmediatamente, antes de que se quede reseco en el cristal, ya que entonces es imposible limpiar bien el parabrisas hasta que no se para el coche y se le da con cepillo, agua y jabón.

• Reducir bien la velocidad antes de accionar el limpiaparabrisas y esperar a que no vengan coches de frente. Entre el chorro de líquido y el barrillo que se forma, la visión puede quedar reducida a nada durante unos segundos, especialmente de noche. Muchas veces es conveniente poner "el limpia" a su máxima frecuencia de barrido. Presionar siempre primero la bomba del agua (cuando sea posible) y accionar después el limpiaparabrisas para que no se raye el cristal.

• Reducir la intensidad de luz del cuadro de instrumentos. Cuanta más luz haya en el interior del coche, peor se ve la carretera. En los coches que admiten regulación, la información suele verse bien con la mínima iluminación.

• Poner las luces de carretera (largas) en cuanto se despeje el panorama. Llevar sólo las luces de cruce conlleva peor visión y mayor cansancio. Pero con cautela. Incluso a mucha distancia, las luces de carretera pueden molestar a los que vienen de frente. La prudencia es la mejor forma de no molestar a nuestros compañeros de carretera y por tanto de no ser molestados.

• Si el coche que viene de frente nos deslumbra, lo único que se puede hacer es aminorar la velocidad y mirar la raya de la parte derecha de la carretera, muy cerca del coche. Estar pendiente para conectar las largas, si no viene nadie más de frente, en cuanto haya cruzado el coche que molesta. El instante después es el peor de un deslumbramiento, porque los ojos están cegados. Girar la cabeza hacia la derecha y cerrar el ojo izquierdo contribuyen a dejar de ver lo antes posible los faros del coche que nos molesta.

• Las luces de los otros coches son muy útiles como referencia en la conducción nocturna. Guiarse por los pilotos del automóvil que nos precede a cincuenta metros resulta más sencillo que adivinar el trazado de las curvas. Pero hay que tener cuidado por diversos motivos. Uno de los principales es que, en muchas carreteras, lo que parece recto no lo es. Habitualmente, al circular de noche, se ven unos faros o unos pilotos a lo lejos, que se desplazan justo por delante de nuestro coche y en la misma dirección. El conductor va relajado, porque cree que su coche y ese lejano que se ve en la misma dirección están unidos por una recta.

De pronto, se encuentra con una curva descomunal, apenas avistada, porque lleva las luces de cruce para no molestar precisamente a esos coches que le sirven de guía. Lo que sucede es a la vez curioso y muy frecuente. Entre las dos rectas perfectamente alineadas, puede haber varias curvas. Incluso un valle y un puente abajo, cuya carretera al remontar enlaza con la recta que se veía al principio. Es por tanto una situación peligrosa. Los pilotos de otros coches ayudan como referencia, pero conviene estar al tanto cuando se encuentran alejados. Dos rectas situadas en la misma dirección no siempre van unidas por una recta.

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