Opel Corsa OPC (2015) | Impresiones de conducción

22/04/2015 |Fernando Rios (@RiversChains)

El Corsa OPC está disponible con dos ajustes de suspensión distintos: el de serie y otro que tiene unos amortiguadores más firmes fabricados en colaboración con Koni. Estos últimos están incluidos en un paquete denominado Performance, en el que también se incluyen elementos pensados para mejorar el rendimiento del vehículo en conducción deportiva, como el diferencial autoblocante (fabricado por Drexler Motorsport), las llantas de aleación de 18 pulgadas con neumáticos Michelin Pilot Super Sport o el sistema de frenos con discos delanteros más grandes (330 mm frente a 308 mm) y pinzas de cuatro pistones fabricadas por Brembo.

Las dos unidades que he probado en la presentación del modelo tenían instalado el paquete Performance (que cuesta 2320 €). A pesar de que la suspensión tiene un ajuste claramente firme y los neumáticos un perfil muy bajo (225/35 R18), el Corsa OPC no es un vehículo incómodo. Lógicamente, los ocupantes sienten las imperfecciones de la carretera con más nitidez que en cualquier otro modelo de la gama Corsa, pero no los agita con violencia y permite un uso diario con un nivel de comodidad aceptable.

En carreteras con muchas curvas, el Corsa OPC es un vehículo con el que resulta fácil y agradable conducir a una velocidad elevada porque no reacciona con brusquedad ante errores de conducción y proporciona una grata sensación de control y seguridad. Además tiene una motricidad muy buena a la que contribuyen los neumáticos Michelin Pilot Super Sport y el diferencial autoblocante, que actúa sin que apenas se produzcan movimientos bruscos en la dirección. Aunque no llega a tener la excepcional agilidad de reacciones de un Peugeot 208 Gti 30th, el Corsa OPC también resulta gratificante a la hora de conducir rápido en carreteras reviradas porque al soltar el acelerador en pleno giro, el eje posterior desliza lo justo para redondear ligeramente la trayectoria, algo que apreciarán aquellos conductores que gusten de una conducción deportiva.

El control de estabilidad tiene tres modos de funcionamiento: activado, desactivado y modo «Competition». En este último modo, el sistema permite que las ruedas deslicen un poco más antes de entrar en funcionamiento, si bien las diferencias respecto al modo activo convencional no son demasiado grandes. En cualquiera de los dos casos, es un sistema que actúa con eficacia, de manera casi imperceptible y solo cuando es realmente necesario.

Otro de los motivos por los que el Corsa OPC es agradable y proporciona seguridad a la hora de conducir rápido es el funcionamiento del sistema de frenos desarrollado junto con Brembo. Tienen un tacto muy bueno, permiten dosificar la frenada con precisión y además aguantan muy bien el uso intensivo continuado.

El motor es el mismo que el del Corsa OPC de la anterior generación, aunque con una serie de modificaciones para que la potencia sea 207 CV y el par máximo 280 Nm (antes 193 CV y 230 Nm en la versión convencional y 211 CV y 250 Nm en la versión Nürburgring). Son nuevos los inyectores, el intercooler y el sistema de admisión, así como la gestión electrónica. Con todos estos cambios, además de una potencia y un par distintos, el motor supera la normativa europea de consumo Euro 6. Funciona con mucha suavidad, responde al acelerador con mucha rapidez y entrega la potencia de manera muy contundente desde muy pocas revoluciones. Además, bajo mi punto de vista, tiene un sonido bonito (aunque en autopistas y a velocidad contenida puede llegar a resultar pesado). 

Según Opel, la dirección del OPC tiene unos ajustes distintos a los del resto de la gama Corsa para que reaccione de manera más rápida y precisa. En generar tiene un buen funcionamiento y permite guiar el vehículo con precisión, pero resulta demasiado blanda y en ocasiones se echa en falta algo más de información de lo que ocurre entre las ruedas y el volante. La caja de cambios, que también tiene cambios frente al anterior Corsa OPC para reducir el recorrido entre marchas, funciona con rapidez y precisión, aunque el pomo puede resultar algo incómodo para algunas personas porque es más grande de lo habitual.