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«¡Señor embajador, la guardia real está lista!»

La frase no es literal. También ha podido ser «¡¡Embajador, a mí la guardia real!!» o ¡¡Señor embajador, aquí la guardia real!! o… cualquier cosa.

A mí me ha sonado a «Los tres mosqueteros» o anterior. Uno para todos y todos para uno. No sé qué hacía el embajador esta mañana en el ministerio de asuntos exteriores, pero sí sé que a causa de la presencia del señor embajador de cualquier país, a media mañana de un día laborable, por lo menos una decena de guardias urbanos estaba dedicada a cortar el tráfico en la Plaza de las Provincias, en el centro de Madrid, una o más decenas de policías y guardias civiles se dedicaban a ordenar el paso de los ciudadanos, algunos fotógrafos hacían fotos, y varias decenas de señores disfrazados de no me puedo imaginar qué iban montados a caballo, tocaban cornetas y timbales, movían las espadas sin concierto hasta que, en un momento dado por la solemnidad del momento, un caballo alazán o de cualquier otro color ha avanzado tres pasos con sonido recio sobre el adoquín madrileño y su jinete ha espetado:

– «¡Señor embajador, la guardia real está lista!» o cualquier otro sucedáneo de milonga.

¿Hay alguien en su sano juicio que crea que estas monsergas representativas representan algo? ¿Puede algún gobernante en su sano juicio pensar que el dinero de los ciudadanos se puede gastar en estas cuchufletas? ¿Son de verdad estas necedades propina para alguien? ¿Agasaja a alguien esta recua de desfilantes desfiladores que desfilan sin orden ni concierto?

Lo llaman el chocolate del loro y creen que con esa frase justifican algo. No queremos a más majaderos. Fuera de nuestras instituciones. Queremos a personas serias, no a incapaces que babean con tres espadones de cartulina. En pleno siglo XXI tenemos que acabar con las embajadas, los gastos estúpidos, la pompa y la necedad galopante.

¡Señor embajador, en verdad le digo que se vayan de nuestras instituciones! ¿No hay nadie de ustedes capaz de aprovechar nuestros votos para restaurar un poco de cordura? ¿Ninguno es capaz de cuestionarse las estupideces más obvias? ¿No se dan cuenta de que no pueden ir disfrazados y llamarse guardia real? ¿Me dice usted en serio que hay que seguir haciendo el memo en plena calle, a estas alturas de las comunicaciones por internet y videoconferencia, con caballos que cagan y mean en las aceras, para decirle bobadas reales al embajador de turno y para mostrarle respeto? ¿Nadie que tenga un poco de poder piensa poner fin a burlas como ésta? ¿Será que les gusta a todos que les coman así la oreja y nadie quita la suya?

Al menos, si lo hacen, háganlo bien, generen un espectáculo cierto, creen expectación y delirio en la masa. Hagan algo serio. Si no, retírense.

¡A mí la guardia real! ¡Échenlos a todos!

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