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Tercera etapa. El sol es un niño.

El sol nos vio jugar ayer al Escondite Inglés y le dimos envidia (*). Hoy ha decidido jugar con nosotros.

Al amanecer, el sol ya está escondido.

Coloca las nubes estratégicamente, para aparecer y desaparecer a su antojo.

En Rich sigue con el juego.

Pero cada vez tiene más claro que hoy nos va a costar encontrarlo.

Al poco rato ya no hay duda. Juega en serio.

O no. Quizá era solo para despistar.

Nos envía luz para iluminar los paisajes chorreando agua.

Como ya no llueve más, paramos para el aperitivo.

Pero al arrancar vuelve a llover. En los pueblos nos saludan bajo el agua.

Para esconderse mejor, nos envía nieve.

Por fortuna, las señales vienen con subtítulos.

Sospecho que en estas casas no habrá calefacción. Y hoy la necesitan.

En el valle, el sol se acerca.

Pero vuelve a desaparecer en cuanto subimos. Esta vez se esconde en serio…

Hasta el siguiente valle.

Pero volvemos a subir.

Hace frío en Marruecos.

Finalmente llega el inicio del descenso.

Y un refugio para parar a comer.

Después de la comida, vuelve el coqueteo. Sí, pero no.

Los ríos ya vienen crecidos.

Y tenemos un problema.

El sol no sabe jugar. Es un abusón. Tiene que salir todo un campeón del mundo de raids en calzoncillos a medir la fuerza del agua, para ver si podemos pasar o no.

Y el campeón del mundo pone mala cara.

Veníamos a jugar y a pasarlo bien. Pero ahora estamos preocupados.

Los del otro lado, que no saben nada del juego, porque no vienen con niños, no temen las amenazas del sol para que lo encontremos y deciden cruzar por el riachuelo de nada.

Como su coche no se mueve al cruzar, nuestro cabecilla prueba y gana.

El campeón del mundo, que no es nuestro cabecilla porque en su coche sí viajan niños, cruza después y luego nos indica al resto. Ahora va vestido.

Una vez hemos cruzado la primera vez por la corriente, le perdemos el miedo a las amenazas que nos envía el sol. Estamos a punto de ganar.

Todavía tenemos que hacer alguna cola de vez en cuando.

Antes de despedirse, nos envía rayos para que veamos el paisaje todavía más bello. El sol sabe perder.

Ya se ha puesto, pero nos envía una luz de última hora para que no podamos dejar de mirar al cielo.

Ha sido un día majestuoso. Hemos ganado al sol. Tenemos que reponer fuerzas.

(*) Actualizar este blog se ha convertido en tarea imposible. La conexión a internet en los hoteles no tiene calidad suficiente como para subir las fotos al ritmo necesario. Siento defraudar las expectativas. Prometí actualización diaria, pero no puede ser. Pido disculpas.

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