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Airbus A380-800. Volar más alto.

La presentación del Porsche Panamera Sport Turismo a la que acudí la semana pasada fue en Canadá, en la Isla Vancouver. Para volar hasta Vancouver desde Madrid fuimos vía Londres. De Madrid a Londres no sé en qué avión volamos. Un avión habitual de Iberia en sus vuelos para Europa. Seguramente un Airbus 320. La novedad para mí fue que de Londres a Vancouver volamos en un Airbus A380 – 800 de British Airways, un avión en el que nunca había volado anteriormente. El billete era de categoría «Club World». Esta es la disposición de los asientos en esta categoría, a la izquierda en el piso de abajo y a la derecha en el piso de arriba.

Como hay dos pisos, es casi imprescindible entrar por la puerta de embarque adecuada, para dirigirte al piso que te corresponde.

La puerta A te dirigía al «upper deck» y las puertas B y C al «main deck«. Lo sorprendente es que en las pantallas no lo indica, por lo que tienes que entender a la azafata de tierra o al azafato de tierra cuando hablan por el micrófono para colocarte en la fila adecuada. Mi capacidad para entender a los británicos cuando hablan por un micrófono tiende exponencialmente al cero absoluto por lo que no era capaz de saber por qué puerta tenía que embarcar.

En la tarjeta de embarque tampoco aparece mucha ayuda. Dice que el asiento es el 53F, pero ninguna pista de si eso es arriba, abajo o en la escalera.

Mientras esperaba a que terminaran las colas en las diferentes puertas de embarque para preguntar por dónde tenía que entrar yo, que en un one to one suelo entender mejor, fotografié los fingers superpuestos. Estos fingers indican que en los aeropuertos han tenido que hacer inversiones especiales para este avión.

Las colas se iban reduciendo y pude preguntar con tranquilidad.

 

Esta era mi puerta, la A. En el finger no toca hacer fotos. Demasiada gente. Es un finger diferente porque en los fingers habitualmente se desciende para llegar desde la terminal al avión. En este se asciende. Piso de arriba. Vuelas a más distancia del suelo que los del piso de abajo. Si se cae, te haces más daño.

Subo hasta la puerta del avión y por el segundo pasillo a la derecha llego hasta mi asiento. El 53 F. La copa de champán no estaba allí cuando llegué. En el tiempo que tardo en dejar mi bolsa en el compartimento superior, el azafato me la ofrece y me la pone encima de la mesita. Para las fotos queda perfectamente bien. Los asientos, como se ve en el esquema inicial, están contrapeados. En la planta inferior hay dos en el centro y dos en los laterales durante toda la hilera central. En la planta superior hay un asiento menos por fila.

Las plazas van separadas por una persiana traslúcida que se agradece, porque de lo contrario llevas delante de las narices a la persona que va sentada en sentido opuesto. Para el despegue y el aterrizaje la persiana tiene que ir bajada. La asociación libre de mi cabeza me hacer recordar los hoteles cápsula o nicho que se han hecho famosos en Japón.

Enfrente del asiento, la banqueta para reposar los pies. El asiento puede reclinarse totalmente, hasta quedar completamente horizontal. Se junta con la banqueta reposapiés, por lo que se convierte en una cama. Estrecha, pero cama.

Para salir del asiento central hay que pasar por la zona del reposapiés, por lo que por la noche es habitual ver a personas saltando o sufriendo para sobrepasar las piernas estiradas de las personas tumbadas. No parece muy bien pensado. Una persona con movilidad reducida que estaba cerca de mí pero en la ventanilla sufrió un buen rato antes de despertar a mi vecino de pasillo para que le dejara pasar.

Hago una foto desde encima de la cabeza del pasajero sentado enfrente de mí. El reposacabezas que se ve al fondo es el de mi asiento. Hasta que no se puede subir la persiana es una presencia constante.

De la comida y del servicio no hablo. De la comida no recuerdo nada. Creo que no cené porque me quedé dormido en cuanto empezaron a ronronear los motores. Ni siquiera me enteré del despegue. Me dijeron que el avión sube muy vertical. al regreso intenté fijarme, pero también me quedé dormido antes de tiempo. Los aviones ejercen poder sobre mí. Empiezo a dormitar en cuanto empiezo a moverme por el finger.

Lo que sí recuerdo es el baño. Porque era enorme y porque lo fotografié después de mi siesta. Lo primero que me llamó la atención fue el pasadizo secreto del techo. ¿A dónde llevará? Le hice la foto y jugué al despiste.

Fíjense en la amplitud. En el vuelo de regreso elegí el piso inferior, para conocer las diferencias. Los baños del piso inferior son pequeños, como los de todos los aviones. En caso de poder elegir es mucho mejor optar por el piso superior. Hay un pasajero menos por fila, por lo que hay menos personas que atender, menos personas que quieren saltar para salir de sus asientos, menos esperas y los baños son infinitamente mayores. No hay color.

A pesar de lo grande que es el baño y de que sobra espacio, el lavabo está encastrado debajo de unos cajones. Imposible meter la cara para lavársela sin mojarlo todo. Cuando los baños son diminutos el tamaño mínimo del lavabo situado bajo el armario es comprensible. Cuando hay espacio de sobra, cuesta de entender. Así sucede que el suelo de los aviones y los alrededores del lavabo están siempre mojados. Dediqué un buen tiempo de secado y limpieza para las fotos.

En esta foto de detalle se ve mejor la imposibilidad de poner la cabeza de forma adecuada para lavarse la cara sin mojarlo todo. La cabeza choca con el mueble instalado encima del lavabo.

En el cartel de la izquierda, que apenas se lee, te piden que limpies bien el baño después de utilizarlo para que el siguiente pasajero lo encuentre limpio. No sé cuántas veces fui al baño en este vuelo y en el de vuelta. Tengo que decir que habitualmente encontré el baño muy limpio y que encontrarlo limpio te cambia la experiencia. Limpiar lo que ensucia uno cuesta casi nada en comparación con lo que cuesta limpiarse en, o limpiar, la suciedad ajena.

Otro cartelito sorprendente es el que está situado al lado de la taza.

Te piden que cierres la tapa antes de tirar de la cadena para reducir el ruido. Siempre pensé que era para que no salpicara. Es cierto que al tirar de la cadena en los aviones se produce mucho ruido y que puede molestar a los pasajeros sentados cerca de los baños. Cerrar la tapa antes de tirar tampoco cuesta nada.

Detalle maravilloso que echo en falta en todos los baños del mundo, especialmente en invierno. ¿Dónde colgar el abrigo antes de sentarse para evacuar? Seguro que las mujeres lo echan más de menos que los hombres. ¿Dónde cuelgan el abrigo y el bolso y la chaqueta cuando van al baño? Los suelos tienden a la suciedad en esos lugares. Colgar las prendas es una necesidad. Pues no. Nunca hay perchas.

En el Airbus A380-800 hay muchas perchas. Es normal que las haya, porque en la cabina hace tanto frío que lo normal debe de ser que todo el mundo vaya con el abrigo puesto desde que despega hasta que aterriza.

Más perchas. Perfecto.

¿Y esta puerta? ¿Esta puerta que abre un pasadizo secreto que sale por fuera del avión y te lleva a Alfa Centauro por un túnel de vacío que agujerea nuestro sistema solar y sale por el otro extremo? Esta puerta que abre todos los misterios del mundo no conseguí abrirla.

No conseguí abrirla porque para los verdaderos intrépidos existe esta otra salida por una trampilla que te conduce al verdadero túnel del tiempo inexplorado.

En esta sí, hay un pasador que seguro que si tiras de él…

no se abre. Dos puertas, dos llamadas a la aventura, dos diminutas ferocidades. Un chasco.

Después del fracaso me dedico a la fotografía de los detalles. Las amenities se acaban.

Un cenicero a media altura en la puerta bajo el cartel que pone prohibido fumar.

Mignardises.

Enchufe de 110 voltios.

Cuidado con la alarma.

Mientras hago la sesión de fotos miro fuera a menudo para asegurarme de que no hay nadie esperando. He sido el primero en dormirme y el primero en levantarme. Todos están dormidos. Nadie espera. Antes de abrir definitivamente hago foto del último detalle.

Fuera, entre las puertas de los dos baños, las escaleras que llevan al «main deck«. Una cadena impide el paso.

Otras fotos que he tomado son las de la pantalla en la que aparece diseccionado el avión. Según la web de British Airways tiene capacidad para 469 pasajeros. Es mucha gente, pero no sé por qué pensé que cabríamos más.

Antes de que despeguen, les muestro el folleto de seguridad a bordo.

Cinturones, mascarillas, salidas de emergencia

No inflar nunca el chaleco salvavidas dentro del avión. Siempre me ha hecho gracia esta instrucción. Cuando la escucho, siempre me imagino a todos los pasajeros atascados dentro del avión con los chalecos salvavidas inflados, como en una serie absurda de dibujos animados.

Despegue inmediato. Buen vuelo.

 

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