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El cabreo

Miren, tenía pensado hablar de los Goya, de lo ridículo que me parece todo. No tengo ningún problema con los actores diciendo lo que les de la gana (a algunos habría que recordarles que en este país –al menos que yo sepa- rige algo llamado “libertad de expresión”), ni con los periodistas de uno y otro bando que a su vez les replican posicionándose a favor y en contra (a algunos de los actores antes mencionados habría que recordarles que en este país rige algo llamado “libertad de expresión”). Son cosas del juego: uno dice algo, otro le contesta y al final uno (yo) acaba pensando lo que le da la gana, porque de eso se trata, ¿no?

Ahora bien, lo que sí me jode y bastante es ver al tal Cristóbal Montoro, un tipo siniestro donde los haya, diciendo en un foro público que hay actores que no pagan sus impuestos en España y que se les va a perseguir. Bueno, varias cosas: en primer lugar una cosa es no tributar (delito) y la otra no tributar en España (legal). Si hay algún experto en la sala, que me corrija por favor, la economía no es mi especialidad.

En segundo lugar, si es cierto, ¿quiénes son esos presuntos delincuentes y cuándo se ha empezado a perseguirlos? ¿Por qué se hacen estas declaraciones sin venir a cuento y en sede política? ¿Se les persigue porque el día antes hubo cierto ambiente de revuelta contra el Gobierno, o, si no hubieran abierto la boca, no se les hubiera perseguido?

Estas preguntas me atormentan porque francamente y, aunque siempre he dudado mucho de la capacidad del citado ministro para dirigir nada más grande que un hámster, sus declaraciones públicas me parecen cada vez más lamentables. No es mi problema que vaya acelerado o que sus acólitos le estén dando para el pelo por esa torpeza llamada amnistía fiscal (no tanto por el hecho de la propia amnistía, un recurso que puede ser útil en algunos casos, sino por como lo han utilizado determinados personajes), un ministro es un funcionario y espero de él un mínimo sentido de la responsabilidad, si no del ridículo. Y ya, su voz no es culpa suya, pero no puedo soportarla. Me recuerda a los gangosos de los chistes de Arévalo. Seguramente si su trabajo me resultara soportable no me importaría, pero con sus dotes para las relaciones sociales y esa chulería que gasta no me pueden pedir milagros.

Vale, y luego les puedo hablar del tráiler de Los amantes pasajeros. Miren ustedes (parezco Mariano Rajoy), yo no tengo nada en contra de Pedro Almodóvar per se, y de hecho algunas de sus películas me parecen cojonudas (Qué he hecho yo para merecer esto, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Todo sobre mi madre y especialmente Átame) pero ya hace un lustro que no le soporto. Esa afectación permanente de sus personajes (“cariño, ¿pongo el dvd de Antonioni o el de Godard?”) y esos aíres que se da el tipo, como si fuera el mejor realizador que ha dado la historia del cine, me ponen muy nervioso. Así que, cuando anunciaron que iba a hacer una comedia, me alegré, pensé que era una buena noticia que volviera a un registro menos forzado, menos quejoso. Le imaginé en los terrenos de los filmes antes mencionados y le vi feliz.

Pues (ojalá me equivoque) he visto el tráiler y parece que mis impresiones fueron totalmente erróneas. Oiga, que ya sabemos que es usted gay y que sus actores son gays y que sus personajes son gays y que los azafatos (ahora asistentes de vuelo) son TODOS gays, pero ¿podría usted calmarse un poco? Yo no sé si es que no soy el público objetivo, pero me imagino que Almodóvar querrá que algún heterosexual vaya a ver su película (también). Y por favor no me salgan con lo de homofobia, al final no se trata de eso sino de la simpleza de sus preceptos, de los personajes unidimensionales (personajes que no se definan únicamente por sus gustos sexuales, por el amor de dios, no podemos ser tan planos) y de lo plano de sus tramas.

En resumen, que cada día me ponen más de mala hostia todos estos mamarrachos que nos tratan como si fuéramos gilipollas. Así no se puede vivir, oigan.

Abrazos/as,

T.G.

P.D.: si veo la película y me he equivocado en mis apreciaciones rectificaré públicamente, que conste.

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