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Déjame entrar

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Supongo que todos la habréis visto ya, pero por si acaso aquí os redirecciono a una entrevista con la nueva (y flamante) ministra de Cultura. Yo no he sacado nada en claro de esta entrevista, excepto lo mucho que se puede hablar sin decir nada, pero igual vosotros/as llegáis a otras conclusiones.

En fin, cerremos –momentáneamente- el tema de la ministra y hablemos de cine: Fast and Furious lleva ya acumulados 116 millones (eso sí es un milagro y no lo de Lourdes). ¿Quién dijo que el tunning había muerto?

Y ahora sí, hablemos de CINE. Esta semana se han estrenado dos películas buenas. Mejor dicho, una auténtica maravilla y una muy buena película.
Hablemos primero de la maravilla si os parece. Una película que ya está por derecho propio en la lista de las mejores del año: Déjame entrar.

Seguro que muchos/as ya habéis oído hablar de la película así que os ahorraré la crítica o el argumento triturado. Para aquellos que no conozcan la peli decirles que es la historieta de un chaval al que putean de mala manera en el colegio y que conoce a alguien especial que le ayuda a aliviar un poco el peso que arrastra. Ese alguien no es quien parece ser, pero siendo lo que es puede ayudar muchísimo más a Oskar que si fuese lo que parece ser. ¿Me he explicado bien? Si la respuesta es “no” he logrado lo que buscaba: que os acerquéis al cine y os dejéis unos eurillos viendo una preciosa obra de arte, un canto a la excelencia cinematográfica, una de esas películas que te reconcilian con el séptimo arte durante un buen rato. Se la recomendaría incluso a un escéptico, de esos que nunca creen nada (y, si no aceptara, le exhortaría a comprar el libro del mismo nombre, publicado por Espasa).

Es lo que los anglosajones llaman “win/win situation”. O sea, que de cualquier manera saldrás ganando.

De verdad, no os la perdáis. Vale la pena.

La otra película, ideal para pasar dos horas cojonudas (que tampoco es moco de pavo) se llama State of play (por aquí la han llamado La sombra del poder) y nos regala una interpretación de primera clase de Russell Crowe y Helen Mirren, una de Business class de Ben Affleck (este chaval mejora con los años) y una de turista de Rachel McAdams. Es un thriller cuyo telón de fondo es una punzante reflexión sobre el estado de ánimo del periodismo convencional. El de papel, para entendernos.

No os quejaréis. No una buena peli, sino dos. Nuevamente, esto es un milagro.

Ya me contaréis qué tal.

Buenas noches y buena suerte (lo de Ed Murrow, no lo de Zapatero. Que quede claro).

T.G.

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