El parabrisas del 407 está muy inclinado, casi en la misma línea que el capó. Al margen de que guste mucho o poco, lo cierto es que un parabrisas así tiene algunos inconvenientes para conducir.
Uno es que el marco del parabrisas es muy grueso, casi tanto como en un monovolumen, y puede estorbar en las curvas más cerradas (principalmente las de izquierda, porque ese es el montante que queda más cerca del conductor).
Otro es que el salpicadero se refleja mucho en el parabrisas y dificulta la visibilidad. En el 407, esto ocurre en ciertas condiciones de luz si el salpicadero es oscuro, y prácticamente siempre cuando es claro.
Peugeot ha colocado en el 407 un sistema de limpiaparabrisas semejante al de un monovolumen; se mueven en sentido inverso uno con relación al otro. El área que barren es grande (a la medida del parabrisas), pero en algunas ocasiones (no necesariamente a gran velocidad) el mismo limpiaparabrisas arrastra hacia abajo parte del agua que han barrido.
El 407 tiene una mala relación entre tamaño y espacio, puede que también por causa de su peculiar diseño y proporciones. Esta carencia de espacio afecta a las plazas traseras y al maletero, porque delante no hay problemas de espacio. La altura disponible permite que personas altas vayan cómodamente; el recorrido longitudinal del asiento no es grande, pero generalmente sí suficiente. Los pasajeros de las plazas delanteras están alejados entre sí y de las puertas.
El asiento tiene una forma adecuada para retener el cuerpo en las curvas y unas proporciones que lo hacen indicado para viajes largos; algunas personas preferirían una banqueta un poco más larga. También es suficientemente duro, salvo en los laterales de la banqueta.
Lleva un reposacabezas de los que se articulan en su parte superior, por lo que resulta más fácil que quede bien ajustado para proteger el cuello en caso de accidente por alcance.
Lo que no nos ha gustado de estos asientos es la tapicería, que nos ha parecido calurosa a varios conductores, incluso en días que no hacía mucho calor.
Hay muchos botones en la consola; prácticamente todo lo que se puede manipular en el coche tiene algún mando ahí, salvo el ordenador (que se maneja con un botón en la palanca de intermitentes).
Se puede llegar a aprender la posición de varios botones para manipularlos sin mirar, como los que sirven para seleccionar el equipo de sonido, el teléfono, ordenador, navegador, climatizador y un botón para apagar la pantalla (que no la desconecta, sólo quita la información). Para moverse dentro de cada una de esas funciones sí hay que mirar a la pantalla.
No he sido capaz de hacer funcionar el sistema de reconocimiento de voz, ni probando en parado con el manual del coche en la mano para asegurarme de que daba las órdenes adecuadas.
El cuentakilómetros es prácticamente exacto (algo que no ocurría en el 406). No sé si serán fiables los dos termómetros que hay, según los cuales se calienta antes el lubricante que el refrigerante (es la primera vez que veo algo así). Ocurría a menudo que, no mucho después de arrancar y sin hacer una conducción brusca, el termómetro del aceite indicaba casi 115ºC cuando el del agua estaba en 80ºC.
El aire de ventilación entra en el habitáculo con más dificultad que en otras berlinas; es preciso conectar el ventilador incluso cuando se circula a buena marcha. No es un problema porque, en las velocidades más bajas, el ruido del ventilador es poco apreciable.
En algunas ocasiones he tenido que aumentar la velocidad del ventilador que seleccionaba el climatizador, porque no entraba suficiente aire. Cuando la temperatura exterior no es fresca, me parece recomendable cerrar la salida superior del salpicadero y concentrar el aire en las centrales (así hay una «ventilación más agresiva», según el manual). La gran inclinación del parabrisas hace que entre más sol que en otros coches.
Los faros alumbran bien pero, a juzgar por la respuesta de los conductores que venían de frente, por la amplia área visible en cortas y por una intensidad de la luz algo menor que en otros faros de xenón, quizá fueran un poco altos.