En julio se venderá el nuevo BMW M3 con la segunda generación del cambio automático SMG. Con relación al primer SMG, el de éste M3 tiene un control electrónico más desarrollado, con funciones que antes no tenía, y unos mandos muy cómodos situados detrás del volante.
Estructuralmente la caja es igual: pares de engranajes movidos por un sistema hidráulico, y embrague monodisco de mando automático. Para cambiar, además de la palanca, tiene unos mandos detrás del volante, uno que aumenta marchas y otro que reduce.
Tiene las mismas funciones que otras cajas de este tipo (Selespeed de Alfa Romeo), pero con algunas diferencias importantes. Basicamente hay dos modos de funcionamiento, uno completamente automático y otro en el que el conductor puede seleccionar las marchas. Dentro del modo automático el conductor dispone de seis programas, que camabian más o menos rápidamente y apuran más o menos las marchas; el programa más «deportivo» sólo funciona si se desconecta el control de estabilidad. Como cualquier otro cambio automático moderno, tiene en cuenta diferentes variables para determinar el momento del cambio de marcha.
En modo manual, el cambio no deja que el conductor provoque un sobrerrégimen del motor al seleccionar una marcha demasiado corta. Lo que no hace es cambiar a una marcha superior al llegar al régimen máximo del motor; se queda ahí en el régimen máximo (con el corte de inyección) si el conductor sigue acelerando, pero sin cambiar a una marcha más larga. Tiene un testigo luminoso que avisa de cuándo es el momento óptimo para cambiar de marcha.
Tiene distintas funciones interesantes. Al reducir hace doble embrague automática y rápidamente. Al reducir sobre carreteras resbaladizas, evita que las ruedas traseras deslicen por causa de la retención.
Puede facilitar la arrancada en una rampa. Cuando el coche está detenido en una, si el conductor pisa el freno y pulsa el mando en el volante unos segudos. Después se puede soltar el pedal del freno sin que el coche caiga hacia atrás.
Una de las funciones más curiosas es un sistema para, en una arrancada, lograr la máxima aceleración que es posible conseguir sin que las ruedas patinen. Sólo funciona en modo automático y con el programa más deportivo del cambio. El conductor debe presionar la palanca de cambio hacia delante y pisar a fondo el acelerador; el motor queda entonces en el régimen adecuado para acelerar, mientras que el control de tracción evita que las ruedas patinen. Al soltar la palanca, el coche sale impulsado hacia delante.
En Suiza la opción del cambio SMG cuesta aproximadamente un seis por ciento de lo que vale un M3 normal. Trasladada esa proporción a España, su precio sería unas 600.000 pesetas.