El Mulsanne 2016 es una pequeña renovación del Mulsanne que Bentley puso a la venta en 2010 (más información). Los cambios afectan al diseño, al equipamiento y, en menor medida, al chasis. Además, por primera vez en este modelo, hay disponible una variante de batalla extendida denominada Extended Whellbase (abreviada como EWB).
Está a la venta desde 339 022 euros, un precio más elevado que el de un Mercedes-Maybach S 650 (un poco más pequeño pero mucho más potente) o un Rolls Royce Ghost. Las diferencias frente a los BMW Serie 7, Mercedes-Benz Clase S, Audi A8 o Lexus LS (todos ellos en sus variantes de batalla extendida) son muy grandes, si bien es cierto que no son del todo comparables porque son claramente más pequeños y, aunque lujosos, no tienen tanta atención por el detalle como el Bentley.
La versión EWB (desde 401 006 €) es una de las principales novedades del Mulsanne 2016 y se distingue del resto porque tiene una distancia entre ejes 25 centímetros superior, un incremento que va destinado en su totalidad a aumentar el espacio longitudinal de las plazas posteriores, que es enorme (mediciones del interior). Las dos butacas de esta fila son individuales y tienen numerosas atenciones hacia sus ocupantes: una consola central desde donde se pueden ajustar las distintas funciones eléctricas de los asientos y que guarda dos mesitas plegables, unas cortinillas de tela en las ventanas y en la luneta para dar mayor privacidad o un climatizador de dos zonas independiente del de las plazas delanteras, entre otras.
Pero más allá del espacio disponible y de las atenciones dispuestas hacia los pasajeros, uno de los aspectos en los que más sobresale el Mulsanne frente a otros vehículos es el nivel de refinamiento y la sensación de lujo que se vive a bordo. Según Bentley, para fabricar el habitáculo del Mulsanne se necesitan 150 horas de mano de obra; y la verdad es que se nota nada más acceder al mismo: los materiales —piel, madera y metal, principalmente— tienen un tacto muy bueno y los ajustes son simplemente exquisitos. Sobre estos y otros detalles hay información detallada en el apartado de Impresiones del interior.
El motor del Mulsanne es un V8 de 6,75 litros de cilindrada sobrealimentado mediante dos turbocompresores. Hay dos variantes que se distinguen por la potencia y el par que desarrollan: 513 CV y 1020 Nm o 537 CV y 1100 Nm (esta última variante es exclusiva de la versión denominada «Speed», únicamente disponible con la carrocería corta). Ambas variantes van asociadas a una caja de cambios automática de convertidor de par y ocho velocidades (fabricada en colaboración con la empresa ZF) que resulta muy satisfactoria.
El motor de menor potencia, que es el que hemos probado, tiene un funcionamiento excelente desde el punto de vista de la suavidad. No vibra prácticamente nada, tiene un sonido muy bonito y empuja con mucha fuerza desde prácticamente el ralentí; eso si, no responde al acelerador con mucha rapidez (sufre de cierto turbo-lag) y consume mucho carburante (que además tiene que ser de 98 octanos). No hemos medido las prestaciones del Mulsanne, pero a tenor de las sensaciones, se trata de un vehículo muy rápido en toda circunstancia. Impresiones de conducción.
La suspensión del Mulsanne 2016 es del mismo tipo que la de su antecesor —independiente en los dos ejes, con muelles neumáticos y amortiguadores de dureza variable—, aunque según Bentley, el ajuste es distinto. El confort que proporciona en cualquier situación es simplemente superlativo, aunque eso si, hay que tener en cuenta que se trata de un vehículo muy pesado y, por lo tanto, los movimientos de la carrocería son lentos y torpes al circular fuera de autopistas o vías rápidas. Mediante el selector «Drive Dynamic Control», situado junto a la palanca de cambios (imagen), es posible modificar la dureza de la suspensión y la dirección de acuerdo a tres programas predefinidos: Bentley, Sport y Confort, aunque la verdad es que las diferencias son de matiz. Hay un cuarto programa (Custom) que permite al conductor elegir los ajustes de manera individual.
El Mulsanne tiene de serie unas llantas de aleación de 20 pulgadas de diámetro con neumáticos de medidas 265/45, pero opcionalmente se pueden elegir otras llantas de 21 pulgadas con neumáticos 265/40.
Los principales cambios de aspecto se centran en la parte frontal del vehículo, donde son nuevos el parachoques, la parrilla (de acuerdo con Bentley, es 80 milímetros más ancha que la de su predecesor) y los faros, que ahora hacen todas sus funciones mediante ledes (antes eran de ledes y xenón). En la parte posterior también son nuevos el parachoques y los pilotos, que tienen una distribución de las funciones diferente.
Las novedades en el habitáculo son menos numerosas y se limitan a unos nuevos asientos, un revestimiento de las puertas distinto y un reposabrazos delantero rediseñado. El sistema multimedia tiene un sistema operativo nuevo y, aunque cumple bien con su cometido, no sobresale en ningún aspecto (imagen). Como es habitual en todos los modelos de la gama Bentley, el Mulsanne tiene un nivel de personalización muy elevado: hay más de 100 colores para la carrocería, 11 tipos de madera y 24 tipos de pieles.
Opcionalmente, el Mulsanne se puede pedir con un sistema de sonido denominado «Naim for Bentley Premium Audio» con 20 altavoces o un sistema de entretenimiento para los pasajeros de las plazas posteriores compuesto por dos tabletas de 10,2 pulgadas que funcionan mediante el sistema operativo Android y que tienen conectividad WiFi, 4G y Bluetooth (imagen). No puede tener, sin embargo, muchos elementos de equipamiento relacionados con la seguridad y ayuda a la conducción que son habituales hoy en día, incluso en vehículos mucho menos costosos: un sistema de aparcamiento semi-automático, una alerta por cambio involuntario de carril o un sistema de información proyectada en el parabrisas, entre otros.
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