Capítulo IV. Jaén

Jaén, créetelo

Jaen. Olivares. Castillo de Burgalimar. Baños de la Encina
Datos del viaje
Coche: Kia e-Niro
Viaje: 2333 km
Consumo promedio: 16,0 kWh/100 km
Recorridos en Jaén: 1810 km
Caminado en Jaén: 9 km
Punto de máxima altura: 2167 m
Punto de mínima altura: 300 m
Fotografías totales: 1247

Me he enamorado de Jaén desde que entré por Despeñaperros. Me he enamorado de su paisaje, escenario que trenza un horizonte con el opuesto. Una cenefa interminable que cubre los pliegues de las colinas y que no se separa de los ojos.

Jaén no es seco. Es verde y marrón, pespunteado con millones de olivos, ordenados de mil maneras. Un paisaje especialmente bello para ver desde el coche, porque cambia con el movimiento.

Al avanzar, casi por cualquier carretera, las laderas de las colinas, el ángulo con el que encaras el paisaje, la ordenación de las costuras de árboles, cambian metro a metro. Con tu cambio de posición, cambia el paisaje. Es un espectáculo en movimiento. Vayas rápido o despacio, el decorado de ese escenario avanza y se mueve contigo.

Dan ganas continuamente de circular muy despacio, de mirar hacia todos lados a la vez, para ver los cambios en cada ángulo de la mirada. Un espectáculo inagotable.

Jaén no es sólo rico en olivares. La historia conocida de Jaén llega hasta el neolítico, con yacimientos cuyos restos tienen más de 5000 años de antigüedad. Quién sabe si por entonces ya se trituraban y prensaban aceitunas de olivos silvestres, con ayuda de piedras, de forma similar a como se trabajaba para producir harina con molinos manuales en las mismas épocas, de bajísimo rendimiento.

Jaén, desde Sabiote

Historia más allá del aceite

Desde hace 5000 años, Jaén ha recogido información de prácticamente todas las épocas hasta llegar a nuestros días. Arjona es un lugar perfecto para formarse una idea de esa evolución. En Arjona nació, en 1194, Muhámmad ibn Yúsuf ibn Nasr, fundador de la dinastía Nazarí y conocido en castellano como Rey Alhamar, que según la Wikipedia significa «descendiente del bermejo». El Rey Alhamar es responsable de que exista la Alhambra, nada menos.

Las múltiples batallas que se produjeron en Jaén entre musulmanes y cristianos convierten este territorio en la provincia española con un mayor número de castillos y en la segunda de Europa. No hay tantos castillos como olivos, pero hay castillos en casi cada rincón.

Sólo hay dos elementos que rompen la alfombra de olivos: las poblaciones y los ríos, entre los cuales el más famoso y caudaloso es el Guadalquivir, que nace y serpentea por buena parte de la provincia.

En sus últimos metros antes de pasar a Córdoba, el Guadalquivir pasa bajo dos puentes imponentes, el romano de Andújar y el de Marmolejo, ya casi en Córdoba, cuyo balneario de aguas medicinales tuvo un esplendor de alta sociedad en el siglo XIX y principios del siglo XX. Diez hoteles llegó a tener Marmolejo para hospedar a visitantes ilustres y adinerados que acudían a beber sus aguas.

Como en todas las provincias que visito, en Jaén he intentado subir al pico más alto, el Pico Mágina. En esta ocasión, no ha sido difícil. No sólo he subido al Pico Mágina, también a la Peña de Jaén, que tiene prácticamente la misma altura. Desde arriba, un buitre leonado sobrevolaba mecido por el viento en una estampa de serenidad eterna. 

Jaén. Puente Romano de Andújar

Una patria que mostrar

Sin embargo, regreso de Jaén con un rescoldo de tristeza, como cuando salgo del teatro de una obra desaprovechada. Me da la impresión de que los jienenses no creen en Jaén, en su Jaén. Están tan acostumbrados a la belleza de sus árboles que no le dan importancia. Están tan acostumbrados a la riqueza de su aceite y a su historia que parecen ignorarla. Es casi imposible visitar una almazara histórica, es casi imposible aprender de aceite, es imposible encontrar un museo del aceite digno de tal nombre. Las almazaras de sangre estuvieron operativas hasta hace bien poco en Jaén. Parece que no hayan existido nunca.

Si me preguntan a mí, diría que una almazara clásica, cualquiera, es la patria de los jienenses. Nada hay que los una y los identifique más como pueblo. Jaén tendría que rezumar aceite, cultura del aceite, impregnar de aceite toda su historia, enseñar a valorar el aceite a todos sus visitantes. Bañarse en aceite y sentirse la capital mundial del aceite.

Lo que siento, lo cuenta tan bien Anuncia Carpio en su blog que no tiene sentido que yo intente decirlo mejor: «En pleno casco urbano [de Jaén] se encuentran semi-abandonados y en franco deterioro dos yacimientos arqueológicos que pertenecen a dos instalaciones aceiteras fechadas en el S. I y II de nuestra era. Estos dos yacimientos, Marroquies Bajos y los Robles, llevan una década al descubierto y esperando que alguna administración sensible a la cultura de nuestra tierra y nuestro producto por excelencia capte que promocionar y vender aceite es algo más que abrir una tienda. Vender la cultura del olivo y el aceite tiene con toda seguridad mucha más repercusión

Museo de la cultura del olivo. Prensa de torre.

Eterna capital mundial del aceite

«Estos yacimientos son restos arqueológicos de dos almazaras industriales, sus seis contrapesos de piedra (de 2 x1,40 m aprox) -muy bien conservados y en su ubicación original- proceden de seis enormes prensas de viga donde se elaboraba el aceite con el que probablemente se pagaban en esa época los tributos a Roma

«El cultivo del olivo en aquellos momentos debió de gozar en Jaén de enorme relevancia, pues 12 prensas de viga (6 en Marroquíes y 6 en Los Robles) funcionando de forma simultánea y a tan sólo un kilómetro de distancia entre ellas, nos indican que el aceite producido en Jaén era destinado a su transporte a Roma

«Jaén debió de ser en los primeros siglos de nuestra era, al igual que en la actualidad, la capital mundial del aceite ya que no hay constancia de que existieran en ningún otro lugar unas instalaciones de tal importancia dedicadas a la producción industrial de aceite. Es increíble que la mayoría de los ciudadanos de Jaén ignoren su existencia y que no se adecue esta joya, pura arqueología industrial, para la visita y orgullo de los jienenses y de los todos los turistas que llegan a Jaén impresionados por este «mar de olivos». Parece mentira.» (Noviembre de 2013)

Jaén. Olivos. Carretera a-316. Kia e-Niro.

Historia de las herramientas

La historia que importa, la que creo que es determinante para el bienestar y el progreso, es la historia de las herramientas, aperos y máquinas de transformación energética. Cómo evolucionaron los molinos de harina,  los carros para el transporte, los aperos de labranza, los caminos, la logística de las postas, cómo el transporte fluvial, las técnicas para trabajar la tierra, las fuentes de energía. Toda la evolución de las herramientas, en cada pueblo, en cada región, determina su bienestar y su historia mucho más que cualquier rey y cualquier tipo de gobierno.

Claro que los impuestos y obligaciones con los reyes y señores feudales por poner ejemplos influyen en la calidad de vida, pero pasar de un molino manual a un molino de agua, que multiplique por diez la productividad, tiene una trascendencia infinitamente mayor para el bienestar de esa población y las siguientes que la existencia de cualquier rey Alhamar y cualquier Alhambra. Los olivos, las almazaras, los métodos de recolección, producción, almacenamiento y transporte del aceite hasta el mar, los caminos que siguieron, los carros en los que viajaba el aceite, los trenes posteriores… todo eso parece inescrutable en Jaén. Probablemente no haya en toda España una provincia con una fuente de riqueza tan arraigada y extendida como el aceite en Jaén. ¿No están orgullosos de ser la capital del aceite en el mundo o de tenerlo todo para serlo?

Mengíbar. Exposición de Eulogio Calleja. Maqueta de una almazara romana

Amor infinito al aceite

Las palabras de Anuncia Carpio, que no nació en Jaén, muestran un amor infinito al aceite, a los olivos y a la cultura milenaria de este producto, incubado en Jaén durante siglos y siglos. Otra persona que tampoco era de Jaén, pero que llegó a Mengíbar en los últimos años de su vida laboral, dedicó toda su jubilación, hasta sus últimos días, a reconstruir, también con amor infinito, en miniaturas a escala, diferentes almazaras y métodos de producción del aceite. Su obra es genial. Este hombre, de nombre Eulogio Calleja Gragera, nacido en Extremadura y que emigró a Teruel y a Navarra, llegó en la década de los 60 a Mengíbar, donde murió en 2021, pasados los 90 años.

En esta localidad, en un salón de un espacio municipal, están expuestas estas pequeñas obras de arte que llevan Jaén en el alma.

Me he enamorado de Jaén, de sus tierras cultivadas, que son todas, de sus sierras, de su historia, de sus ciudades y de sus ríos. De la «Peña de Jaén», que puede aplicarse tanto a una de sus montañas más altas, casi de la misma altura que el Pico Mágina, como a sus gentes. Los habitantes de Jaén han sido amables. Tienen de todo, oro en rama, historia rica, buena comida, paisajes de película, sierras de ensueño y buenas carreteras para moverse y cambiar de paisaje en cada metro sin apenas cambiar nada. El campo de Jaén es un espectáculo continuo. El único contrapunto es que parece que le falten raíces, cuando es todo lo contrario. Tiene raíces que llegan desde cada rincón de la provincia al origen de los tiempos. Pero no hay forma de encontrarlas. Estoy convencido de que algún día será posible.

Jaén. Campos de olivos. Aceitunas en primer término. Kia e-Niro.