A diferencia de lo que ocurría con el anterior Corsa, éste no está claramente por detrás de sus competidores en seguridad activa. De hecho, en ciertos aspectos de ésta está al nivel de los mejores o incluso por encima. Por ejemplo, es uno de los coches pequeños que mejor mantiene la línea recta en carretera, incluso con interferencias como viento lateral o suelo irregular. La carrocería está bien sujeta; no tiene movimientos negativos para la estabilidad, como un excesivo cabeceo o balanceo.
Girar se le da menos bien que ir recto. La asistencia de la dirección, aunque variable en función de la velocidad, es alta en cualquier caso (salvo a coche parado). Al iniciar el giro no es tan fácil como en otros modelos notar en el volante cómo reacciona el coche.
Una vez el coche está en apoyo, tampoco es fácil que el volante diga cómo está pisando el coche. Como ocurre en otros Opel (sobre todo antes), no hay una relación clara entre lo que hacen las ruedas y lo que se nota en el volante. En consecuencia, no es igual de fácil que coches más antiguos —como un Ford Fiesta o un Renault Clio— llegar a la trayectoria deseada. Y no hace falta ir de carreras para notarlo.
La suspensión es tirando a dura. Esto favorece la estabilidad en ciertas condiciones, pero hace que las irregularidades del suelo se sientan más que en alguno de sus competidores. Puesto a elegir, yo prefiero que sea así a una suspensión blanda. Pero es otra razón más para probar el coche antes de comprarlo, puede que no sea del agrado de todo el mundo.
También ha mejorado notablemente con relación al anterior Corsa en frenada. La unidad de pruebas que hemos tenido no llevaba antibloqueo de frenos y, aun así, tenía una frenada muy estable. La distancia de frenada que hemos obtenido en las pruebas (60 m desde 120 a 0) es alta; ello se debe, en parte, a que no tiene ABS.
No puede tener —ni opcionalmente— control de estabilidad. Opel está trabajando en ello, pero no estará listo hasta 2002.