El Mercedes-Benz SLK me ha resultado menos satisfactorio como cupé que como descapotable. Con el techo abierto es como el mejor de los descapotables, con el techo cerrado no es el mejor cupé.
Al menos en la unidad que hemos probado, el cierre no se producía con la precisión deseada y el aire se filtraba en ocasiones por las uniones entre las partes fijas y móviles a velocidades moderadas. La sonoridad en el interior es más elevada de lo que uno espera encontrar en un cupé de estas características. El ruido, siempre elevado, es proporcionalmente más alto hasta 120 km/h que a velocidades superiores.
La parte del ruido que proviene del motor no resulta chocante, ya que es un ruido habitual en vehículos de esta cilindrada y potencia. Son más molestos los ruidos aerodinámicos y de rodadura, que se perciben de una forma anormalmente alta.
El asiento puede colocarse en una posición muy baja. Si se conduce con el asiento bajo al entrar da la sensación de «bajar» al coche y no de subir al coche.
Esa sensación es frecuente en coches deportivos, en los que la altura libre al suelo no es elevada y además el asiento se regula muy bajo. No son coches cómodos para entrar y salir.
Gracias a que el asiento se coloca muy bajo, las personas altas caben con comodidad. A partir de 1,95 metros de altura pueden tener dificultades, en función de su morfología.