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  Manías técnico lingüisticas
El Diesel, no el diésel.
El octano, ese desconocido.
El par y el reparto.
Tracción, propulsión y eso.
La permanencia de la tracción.
Brazos multiples y variados.
Final misceláneo.

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Manías técnico lingüísticas. El par y el reparto. 23-12-2005
  Blas Solo
Suponga que es usted un pirata de los de parche en el ojo y loro en el hombro. Está usted con tres colegas en la isla desierta, justo donde la «X». Ya han desenterrado el tesoro y se disponen al reparto.

—  Estimados subalternos, dispongo que repartamos el botín en partes iguales (juramentos de aprobación). Dividiremos el contenido en cuatro y, de su parte alícuota, cada uno tomará lo que quepa en su zurrón (murmullos de duda). El remanente quedará aquí depositado, para recurrir a él cuando sea preciso aumentar nuestra liquidez (exclamaciones de perplejidad). En tal caso, sería repartido de nuevo en cuatro partes iguales con el mismo procedimiento (votos de indignación).

—  Estimado capitán, me temo que eso no será posible —advirtió Jeremías Rebanapescuezos— debido a que carezco de zurrón. Recuerde usted que lo cedí a la comunidad como instrumento para recoger los entresijos de los tripulantes del último galeón sobre el que tomamos posiciones.

—  Muy cierto —corroboró Gundemaro Sacamantecas—. Y he de añadir que la capacidad del mío está notablemente menguada debido a que esta semana tengo guardia de biblioteca y, según lo convenido, en toda circunstancia debo llevar conmigo algunos volúmenes.

—  Por mi parte —puntualizó Celedonio Trinchahígados—, si bien mi zurrón está más vacío que las órbitas del cráneo que adorna mi tocado, recuerde que le comuniqué cuánto había encogido después de que me pasaran por la quilla del esquife por acumular tres faltas de puntualidad.

Cuando se habla del «reparto del par», ocurre exactamente lo mismo que en esa isla: una cosa es lo que se supone que le va a tocar a cada parte, otra lo que de verdad le toca.

Hay cuatro casos en los que se utiliza la expresión «reparto de par»: uno, cuando los semiejes de la transmisión son solidarios; dos, en un sistema de transmisión por fricción; tres, en un diferencial asimétrico; cuatro, en un diferencial autoblocante. En estos recuadros pueden ver ustedes, si les apetece, una explicación técnica de cada caso.

En todos los casos la expresión «reparto de par» induce a error y, en algunos, es falsa. Lo que ocurre en cualquiera de ellos es que el par que aplica la rueda depende de la adherencia que tenga. Puede que la transmisión haga un reparto o puede que no pero, incluso si efectivamente lo hace, la proporción del par que impulsa al coche depende de la adherencia de esa rueda, no de lo que le hayan adjudicado en un eventual reparto.

Por ejemplo: si una rueda está en el aire, no puede impulsar al coche. Si entonces un diferencial autoblocante o un control de tracción aumentan el par necesario para que esa rueda gire, aunque esté en el aire, la otra rueda del eje podrá hacer par para impulsar al coche.

La confusión radica en que no siempre está claro de qué par se está hablando: del que hace el motor o del que impulsa al coche. Normalmente esos des valores coinciden (salvo lo que se pierda en rozamiento). Pero en el caso de la rueda en el aire se ve que no es siempre es así. En ese caso, el par del motor efectivamente se «reparte» entre la rueda que está en el suelo y la que está en el aire (si está frenada de alguna manera), pero sólo la que está en el suelo hace un par que impulsa al coche.

«Reparto de par» es una de tantas expresiones desvirtuadas en el lenguaje del automóvil. Ha sido usada para nombrar a cosas distintas, a veces por personas que no sabían bien de lo que estaban hablando. En consecuencia, ha perdido el significado y resulta muy confusa. Le puede valer a quienes no quieren que se les entienda. O a quienes sí quieren que se les entienda, pero sin llamar a las cosas por su nombre. Lo cual me recuerda que está sin resolver el incidente de la isla:

—  Amigos, amigos. Creo que no estáis examinando la situación desde la perspectiva adecuada. El hecho de que cada uno meta su parte del tesoro en su zurrón, o en lo que el caso de Jeremías llamaremos zurrón potencial, es completamente secundario. De hecho, es lo segundo que hay que hacer según el método que he ideado. Lo primario es que vamos a repartir el botín en cuatro partes iguales. Eso es lo que debe quedar claro. Eso, y el hecho de que tengo tanta confianza en el futuro de este barco, que niego categóricamente haber considerado reclutar a piratas chinos, para después llevar a cabo una reestructuración que soslaye los puestos de trabajo redundantes. El coste laboral de un pirata chino, por cierto, es un 16,74 por ciento del de cualquiera de vosotros.

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